Estimados amigos y colegas:
Una vez más me
permito dirigirme hacia ustedes con un tema bastante interesante y no menos espinoso
que forma parte del “diario vivir” del médico ecuatoriano como es la verdadera
utilidad de los congresos médicos como modelo de actualización permanente de
conocimientos
Un artículo publicado
en la revista Jama cuyo autor es John P. A. Ioannidis (JAMA, March 28, 2012—Vol 307) hace varias
reflexiones respecto al tema y que vale la pena tomarlas en cuenta para su
profundización.
El autor comienza haciéndose una pregunta interesante
¿Las conferencias médicas tienen algún propósito? Se sabe por la historia que
muchas de las grandes hazañas en el campo de la medicina han partido de estas
grandes reuniones en donde se han dado a conocer los avances más importante
dentro de ese campo y que ahora manteniendo ese legado histórico, nuestras
actuales reuniones y conferencias, se organizan con el fin de transmitir los
nuevos avances y conocimientos a los profesionales de la y crear una política
de excelencia a fin de mejorar la calidad de vida de la sociedad en su
conjunto.
Pues bien, en realidad todas estas palabras no terminan
de caer casi que en el campo del surrealismo y de las utopías dignas de algún
libro de cuentos o de fabulas con la única diferencia de que el final de la obra
no siempre va a ser feliz como al que estamos acostumbrados a leer.
Un dato que pone de manifiesto el autor es que aproximadamente
por año se organizan alrededor de 100.000 conferencias científicas por lo que
cabe hacerse algunas preguntas ¿Cuánto de este conocimiento llega a formar
parte de nuestro arsenal diagnóstico-terapéutico en el día a día con nuestros
pacientes? ¿Cuál es el nivel de calidad
de la información expuesta en tales reuniones? ¿Existe rigor metodológico para
la elaboración y posterior socialización de los resultados llevados a estos
simposios?
En nuestro caso en particular, existe poco interés por
realizar y publicar trabajos de verdadero impacto científico y en muchos casos
solo nos conformamos con realizar concursos de historias clínicas o
presentaciones de casos. Obviamente, esto no quiere decir que no sean
importantes sin embargo hay que recordar que los casos clínicos corresponden al
nivel más bajo y de menor peso de evidencia científica al momento de tomar una
decisión en el ámbito clínico y que su validez termina cayendo casi que el
campo de lo anecdótico.
Continuando con el análisis de este artículo, el autor
llama la atención de lo que sucede con este tipo de publicaciones presentadas
en los grandes congresos a nivel mundial y resalta que la gran parte de estos
trabajos no son presentados de manera íntegra y que en muchos casos se
presentan con resultados parciales e inexactos. Entonces, ¿cuál es el verdadero
fin de estas reuniones? ¿Es más importante para el médico que presenta un
determinado trabajo la “selfie” o el número de “likes” de su foto junto a un
poster que contiene un trabajo que probablemente nunca verá la luz como
artículo publicado?
Otro de los aspectos que topa este artículo y que a mi
modo de ver se torna en uno de los puntos centrales y que tiene que ver con el
sistema actual de congresos médicos es
la creación de verdaderos “gurus de la medicina” engendrados a partir de las
diferentes sociedades médicas y que como
claramente expone el autor de este artículo: “Cada sociedad y organización
profesional crea su grupo de líderes de opinión que son expertos cuyo valor
está en ejercer una amplia influencia sobre
los asistentes independientemente de que sus afirmaciones carezcan o inclusive
estén en contra de la evidencia con el único fin de “ganar el podio” entre el
grupo de colegas de su especialidad sacrificando en muchos casos el valor y la
calidad del contenido de la presentación”.
Es
evidente que cada vez que asistimos a los diferentes congresos no es raro
encontrarnos con esta situación ya que desde hace mucho tiempo las sociedades
médicas en el Ecuador se han convertido en simples “clubes sociales” donde se
le da más importancia al glamour y a las mutuas premiaciones y agasajos que a
la producción intelectual a la que deberían estar obligadas a producir. Es
triste y vergonzoso que algunas de las páginas web de las sociedades científicas
ecuatorianas se hayan convertido en simples “redes sociales” donde el contenido
se resume a las fotos de las actividades vacacionales de los miembros
pertenecientes a la agremiación.
Sin embargo, creo
que a pesar de todo se ha dado algunos pasos positivos a fin de regularizar de
mejor manera la situación de los congresos médicos en el país. El hecho de que
tengan que tener el aval de una institución de educación superior o que se
tenga que hacer un examen posterior a la terminación del congreso a fin de
obtener la respectiva certificación.
Finalmente, vale la
pena reflexionar en una de las inquietudes que manifiesta el autor de esta
publicación “En los actuales momentos con el avance de las telecomunicaciones ¿son
necesarias las mega conferencias con el sistema actual de organización? O será
que acaso esos recursos invertidos para su organización ¿pueden ser dirigidos
de mejor manera hacia actividades más productivas desde el punto de vista académico
y científico?”
Para meditarlo, gracias y espero sus comentarios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario