domingo, 21 de mayo de 2017

Los Congresos Médicos. De la intelectualidad a la vanidad personal





Estimados amigos y colegas: 

Una vez más me permito dirigirme hacia ustedes con un tema bastante interesante y no menos espinoso que forma parte del “diario vivir” del médico ecuatoriano como es la verdadera utilidad de los congresos médicos como modelo de actualización permanente de conocimientos
Un artículo publicado en la revista Jama cuyo autor es John P. A. Ioannidis (JAMA, March 28, 2012—Vol 307) hace varias reflexiones respecto al tema y que vale la pena tomarlas en cuenta para su profundización.
El autor comienza haciéndose una pregunta interesante ¿Las conferencias médicas tienen algún propósito? Se sabe por la historia que muchas de las grandes hazañas en el campo de la medicina han partido de estas grandes reuniones en donde se han dado a conocer los avances más importante dentro de ese campo y que ahora manteniendo ese legado histórico, nuestras actuales reuniones y conferencias, se organizan con el fin de transmitir los nuevos avances y conocimientos a los profesionales de la y crear una política de excelencia a fin de mejorar la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.
Pues bien, en realidad todas estas palabras no terminan de caer casi que en el campo del surrealismo y de las utopías dignas de algún libro de cuentos o de fabulas con la única diferencia de que el final de la obra no siempre va a ser feliz como al que estamos acostumbrados a leer.
Un dato que pone de manifiesto el autor es que aproximadamente por año se organizan alrededor de 100.000 conferencias científicas por lo que cabe hacerse algunas preguntas ¿Cuánto de este conocimiento llega a formar parte de nuestro arsenal diagnóstico-terapéutico en el día a día con nuestros pacientes?  ¿Cuál es el nivel de calidad de la información expuesta en tales reuniones? ¿Existe rigor metodológico para la elaboración y posterior socialización de los resultados llevados a estos simposios?
En nuestro caso en particular, existe poco interés por realizar y publicar trabajos de verdadero impacto científico y en muchos casos solo nos conformamos con realizar concursos de historias clínicas o presentaciones de casos. Obviamente, esto no quiere decir que no sean importantes sin embargo hay que recordar que los casos clínicos corresponden al nivel más bajo y de menor peso de evidencia científica al momento de tomar una decisión en el ámbito clínico y que su validez termina cayendo casi que el campo de lo anecdótico.
Continuando con el análisis de este artículo, el autor llama la atención de lo que sucede con este tipo de publicaciones presentadas en los grandes congresos a nivel mundial y resalta que la gran parte de estos trabajos no son presentados de manera íntegra y que en muchos casos se presentan con resultados parciales e inexactos. Entonces, ¿cuál es el verdadero fin de estas reuniones? ¿Es más importante para el médico que presenta un determinado trabajo la “selfie” o el número de “likes” de su foto junto a un poster que contiene un trabajo que probablemente nunca verá la luz como artículo publicado?
Otro de los aspectos que topa este artículo y que a mi modo de ver se torna en uno de los puntos centrales y que tiene que ver con el sistema actual de  congresos médicos es la creación de verdaderos “gurus de la medicina” engendrados a partir de las diferentes sociedades médicas y que  como claramente expone el autor de este artículo: “Cada sociedad y organización profesional crea su grupo de líderes de opinión que son expertos cuyo valor está en ejercer  una amplia influencia sobre los asistentes independientemente de que sus afirmaciones carezcan o inclusive estén en contra de la evidencia con el único fin de “ganar el podio” entre el grupo de colegas de su especialidad sacrificando en muchos casos el valor y la calidad del contenido de la presentación”.
Es evidente que cada vez que asistimos a los diferentes congresos no es raro encontrarnos con esta situación ya que desde hace mucho tiempo las sociedades médicas en el Ecuador se han convertido en simples “clubes sociales” donde se le da más importancia al glamour y a las mutuas premiaciones y agasajos que a la producción intelectual a la que deberían estar obligadas a producir. Es triste y vergonzoso que algunas de las páginas web de las sociedades científicas ecuatorianas se hayan convertido en simples “redes sociales” donde el contenido se resume a las fotos de las actividades vacacionales de los miembros pertenecientes a la agremiación.
Sin embargo, creo que a pesar de todo se ha dado algunos pasos positivos a fin de regularizar de mejor manera la situación de los congresos médicos en el país. El hecho de que tengan que tener el aval de una institución de educación superior o que se tenga que hacer un examen posterior a la terminación del congreso a fin de obtener la respectiva certificación.  
Finalmente, vale la pena reflexionar en una de las inquietudes que manifiesta el autor de esta publicación “En los actuales momentos con el avance de las telecomunicaciones ¿son necesarias las mega conferencias con el sistema actual de organización? O será que acaso esos recursos invertidos para su organización ¿pueden ser dirigidos de mejor manera hacia actividades más productivas desde el punto de vista académico y científico?”

Para meditarlo, gracias y espero sus comentarios.